La luz no solo ilumina, viste los espacios, los transforma y mejora la calidad de vida.
Imagen creada con IA
Hace un tiempo tuve la oportunidad de visitar una desarrolladora de viviendas en León, Gto., con el propósito de presentar nuevas líneas de accesorios y luminarias. Mi intención era destacar la importancia de la iluminación en el diseño y funcionalidad de una casa, no solo como un elemento práctico, sino como una parte esencial para realzar los acabados y generar espacios confortables.
Durante la conversación, introduje el tema del UGR (Índice de Deslumbramiento Unificado), un aspecto que considero fundamental, ya que la exposición a una iluminación inadecuada no solo afecta la percepción de los espacios, sino también el ciclo circadiano y el bienestar de los habitantes. Sin embargo, el representante de la desarrolladora tenía una perspectiva diferente. Para ellos, resultaba más práctico instalar luminarias de X, economicas, sencillas (E27, MR16 o GU10) bajo el argumento de que "al cliente ni le importa eso, porque al final termina cambiándolas cuando se muda".
Desde mi punto de vista, esto es un círculo vicioso: los clientes cambian la iluminación precisamente porque la que se instaló no es la correcta. Si en lugar de verlo como un gasto, se entendiera la iluminación como una inversión en la calidad de vida y estética del espacio, se podrían ofrecer viviendas con un diseño integral bien pensado, cumpliendo con estándares como el UGR y el IRC.
Es contradictorio ver cómo en los desarrollos de lujo se invierte en mármol importado de Europa y madera de los árboles más antiguos, pero cuando se trata de iluminación, se opta por lo más barato. ¿No debería ser la iluminación un elemento igual de relevante, considerando que es lo que finalmente resalta y da vida a todos esos acabados?
La iluminación va más allá de simplemente "que alumbre". Es el elemento que viste los espacios, los realza y define su carácter.

